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Reclamo de La Pampa por el Atuel: “Nuestra esperanza sigue intacta”

Por Jorge Lezcano – Dip. PJ

Para un problema de vida o muerte Mendoza plantea una respuesta suspicaz y tramposa
Los pampeanos encontramos, en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el único camino viable, después de medio siglo, para recuperar la esperanza de restituir agua del río Atuel que nos permita la recuperación del ecosistema; ¿a quién se le puede ocurrir que vamos a ser flexibles con eso? Este tema es, literalmente, una situación de vida o muerte.
La meta de nuestra provincia es trascendente. No está planteando la recuperación de hectáreas de cultivo para un puñado de productores que están cuidando sus propias cuentas y los intereses de un sector en desmedro de la vida, está mirando la opción de recuperación de un ecosistema destruido por políticas irresponsables de manejo que solo representaron la consolidación del despojo.
Para hablar del problema económico tendríamos que empezar a pensar en la reparación de 50 años que representaron un robo sistemático del agua. Y ya hablaremos de esto, pero este momento de la discusión es mucho más importante, porque se trata de la vida, y eso sí que no hay recurso que lo pague.
Que la cúpula política mendocina hable de intransigencia pampeana para el acuerdo por el Atuel no es otra cosa que una muestra más de menosprecio. Es una falta de respeto no solo para La Pampa sino para el órgano máximo de Justicia de la Nación, que ha resuelto a favor de la recuperación del ecosistema, mientras Mendoza ignora sistemáticamente la sentencia.
Hoy se termina el plazo y, en estos días, el Gobierno de la provincia vecina ha jugado de una manera miserable con las expectativas pampeanas por la recuperación del Atuel.
Mendoza nos ofreció un tercio del agua necesaria con el triple de la salinidad aceptable. Eso no solo es inútil para la recuperación de la vida en la zona, sino que resulta una estafa descarada a la buena voluntad de negociación pampeana.
Nuestra esperanza sigue intacta a partir de la intervención de la Corte, con una mirada dirigida a la recuperación de la vida desde el reconocimiento de la interprovincialidad de un río a partir de lo que nuestra Constitución determina para que funcionemos como Nación federal.
Este 15 de febrero empezamos a solucionar el problema del Atuel, que representó éxodo y muerte, y si bien existe una buena parte del daño que es irreparable por representar la destrucción de familias a partir de la desertificación deliberada de más de un millón de hectáreas de nuestro oeste profundo, los pampeanos estamos esperando ese caudal de justicia que nos devuelva el derecho a la vida.