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Drásticos ajustes en Quilmes y Tres de Febrero

Los números son claros, las letras también: 500 trabajadores despedidos en Quilmes y 400 cesanteados en Tres de febrero. Casi mil personas que cambiaron de calendario con la novedad de que 2018 los encontraría desempleados.

Nadie les avisó, claro. Anticipar no es buena estrategia. Se sabe, el verano es el mejor momento para dar las malas nuevas. No importan las fiestas, las vacaciones. La brutalidad es un mecanismo válido a la hora de desarmar áreas sensibles como hospitales, guarderías públicas y tercera edad.

Las movilizaciones realizadas desde ATE coparon la calle, pero -por ahora- no hicieron mella. Algunas promesas de revisión y más palabras en el viento. Lo concreto: el intendentes de Quilmes, Martiniano Molina, y su par de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, se pusieron primeros en la fila a la hora de rendir examen para responder al achique de planta permanente y contratados que propuso el Gobierno.

Receta habitual

Quilmes nunca es la excepción. Molina sabe barrenar las olas de despidos. Es la tercera tanda desde que asumió en 2015. Y no parece ser la última. En un principio, el exjugador de handball dijo en Twitter que se trataban de 222 los cargos cesanteados, pero luego, el secretario de Gobierno, Diego Bufone, aseguró que se eran 450.

“Molina tiene una decisión muy clara de no dar marcha atrás. Dijo que iba a evaluar algunas áreas, pese a que desde lo legal tienen una cobertura implícita. Pero no hay mucha vuelta: son despidos. No podemos permitir que se resientan los servicios que presta el Municipio. Fundamentalmente en los que tienen que ver con la salud y el desarrollo social”, sostiene Ángel García, presidente del bloque de Unidad Ciudadana en el HCD de Quilmes. Quien agrega que, a la vez, también hubo un achique en lo que respecta a diferentes áreas políticas. “Dice que redujo el 30 por ciento del gasto político. Pero es muy llamativo que se haya dado cuenta dos años después de ser electo. El nivel de eficiencia que tiene el municipio de los peores de la provincia”.

No es casualidad. Molina es uno de los intendentes de Cambiemos, miembro del círculo aúlico de María Eugenia Vidal, que peor rendimiento tuvo en las últimas elecciones, donde ganó por décimas en la lista de diputados provinciales y nacionales y perdió en la boleta de senadores.

Desde que asumió, el chef convive con un conflicto tras otro. Y, pese a esto, la receta siempre parece ser a base de despidos. Desde aquella vez que confundió el Pozo de Quilmes -un ex centro de detención clandestina- con un bache hasta las críticas por nepotismo pasando por una denuncia de la propia Elisa Carrió por corrupción y la reciente militarización del área de Alumbrado y Recolección luego del vaciamiento del sector.

En la misma línea, pero con un nivel de exposición menor, pese a venir de los medios, Diego Valenzuela -intendente de Tres de Febrero- tampoco titubeó a la hora de dejar a 400 trabajadores en la calle. La táctica es la misma. En enero del año pasado el mandamás cesanteó a cerca de 40 empleados en represalia por haber apoyado la lucha de un grupo de contratados que no cobraban su sueldo durante tres meses.

El desmantelamiento más grueso se da en la salud pública. Los trabajadores de las salas de atención fueron los más perjudicados. Personas que aseguran tener casi 20 años de servicio. En un área que es primordial para poder atender y contener a los más solicitados con el fin de, en teoría, descomprimir los hospitales públicos.

La concejal de Unidad Ciudadana Ana Luz Balor, asegura que “genera mucha angustia lo que están haciendo. Duele más porque conocemos a los protagonistas personalmente. Es parte de un ajuste brutal en el que se intenta hacerle creer a la población que el Estado funciona mal porque tiene muchos empleados. Igual a lo que pasó en los 90. El fin es poder privatizar para que luego vengan las empresas de las que ellos son dueños y de esa manera puedan hacer sus negocios”.

Con respecto a la labor del intendente, Balor asegura que “siempre dijimos que lo que se hiciera bien, se iba a apoyar. Pero sólo hubo maquillajes en las plazas presupuestadas con millones de pesos para pocas modificaciones. También se presupuestaron millones para seguridad y el delito aumenta cada día. Lo que se destina para la política pública no se ve en la realidad. La falta de respuesta de la intendencia es absoluta”.

Y en ese contexto, la cultura tampoco sobrevive. Los integrantes del Coro de Cámara de Tres de Febrero, uno de los más prestigiosos del país, denunciaron el despido de compañeros y exigieron su pronta reincorporación. Desde la Subsecretaría de Cultura comunicaron que el plantel de 32 cantantes sería reducido en un 30 por ciento. Hasta ahora se registraron cinco notificaciones. Como si se tratara de un reality televisivo.

Pese a que aún no hubo despidos, los trabajadores de Lomas de Zamora están en estado de alerta. “Hubo traslados y hay muchos problemas en diferentes áreas, sobre todo con un programa médico donde hace cuatro meses que los compañeros no cobran su sueldo”, asegura Nora Quercia, secretaria general de ATE Lomas de Zamora. Y agrega que “hay 150 trabajadores en riesgo, que prevén que se van a quedar en la calle. Además, hay muchos mensualizados y becarios. Todos los meses estamos con el corazón en la boca. Así es muy difícil”.

 

Fuente: ámbito.com