La gente es mala y comenta…
Para aspirar a un cargo electivo, las leyes argentinas exigen que el aspirante a participar de una elección interna, como las PASO del mes pasado, deben contar con el aval de una determinada cantidad de afiliados. El número varía de acuerdo a la cantidad que tenga cada partido.
Cuentan algunas malas lenguas que el hombre llegó, en medio del fragor del trabajo de todos los partidos políticos que tenían más de un pre candidato, munido de varias planillas para que sus colaboradores y los de sus pares plasmaran el apoyo al aspirante que era de las simpatías de todos.
Dicen que menuda sorpresa se habría llevado el hombre cuando cayó en la cuenta de que casi la totalidad de los asesores, colaboradores y auxiliares de él y sus pares no estaban afiliados al partido que representan y merced a los votos obtenidos en el año 2015 en la boleta de esa fuerza pudieron llegar a ocupar tan importantes cargos.
Cuenta que con un discreto “jeje” guardó de nuevo las planillas en un sobre y se fue silbando bajito.
Lo que aún no se pudo averiguar es si el “descuido” ya fue subsanado y ese número de personas ya cumplió con el trámite de afiliarse. Tampoco si en su condición de representantes rentados de ese partido político aportan a las arcas partidarias, como sí lo hacen los afiliados. Las mismas malas lenguas dicen que algunos de estos no-afiliados y no-aportantes bien podrían hablar de ellos mismos como auténticos beneficiarios de una década ganada.