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Apuntes de la interpelación que no fue

Al menos en los próximos días, nada será igual. Es cierto, como se encargaron de recalcar más de uno, que la sesión legislativa del jueves pasado fue histórica, porque hacía muchos años que no se interpelaba a un ministro del Poder Ejecutivo Provincial, pero también porque desnudó situaciones y aptitudes políticas tanto en el oficialismo como en la oposición.

Convergencia Peronista, la marinista línea, principal aliada de la vernista Plural, al frente del gobierno pampeano optó por tirar toda la responsabilidad política de la continuidad de Tierno en el gobierno hacia el principal sillón del centro cívico.

Norma Durango, fiel a lo que vino haciendo su línea interna desde que se produjo el asesinato, optó por revolear la responsabilidad política hacia el gobernador, diciendo claramente que “el gobernador Verna tiene su mirada y yo se la respeto, me guste o no me guste”, afirmó. Apenas ocurrido el hecho, Espartaco Marín había declarado que era el “gobierno provincial que es quien tiene que controlar al ministro de seguridad”. Por si no quedaba claro, el líder de la gran familia convergente, Rubén Marín, dijo a principios de agosto que “es responsabilidad de quienes tienen la conducción de la provincia” la presencia del cuestionado ministro en el gabinete.

Desde el vernismo, la única voz que se alzó, demostrando que allí rige una conducta casi prusiana al momento de cumplir las estrategias pergeñadas por Carlos Verna,  fue la diputada Alicia Mayoral que desde General Pico dio las primeras precisiones sobre cómo se desarrollaría el caso. Cuando aún Espartaco Marín, presidente del Bloque, no daba señales de que se produjera la interpelación, Mayoral lo confirmó.

Tal vez el que más cerca anduvo en las últimas horas de lo que se podría considerar “importante”, saliendo del eje Tierno sí-Tierno no, fue el peronista Roberto Robledo. El legislador de origen gremial salió a poner la vista en la efectividad de las políticas de seguridad, incluyendo genuinas dudas sobre la formación que se brinda a los efectivos policiales. A modo de ejemplo citó el caso Garialdi, Robledo era tío del  cazador muerto, donde “Un policía disparó y el otro no, o sea que había dos personas que estaban en distintas tensiones físicas y psicológicas. Esta persona es la única que dispara, habiendo tenido una carpeta psicológica con anterioridad”.

Robledo no disimuló en ningún momento las diferencias que tiene con el proceder de Tierno, pero apuntó también a la cuestión comunicacional del discurso político: “las palabras nos marcan a nosotros, dicen que no es malo lo que entra por la boca sino lo que de ella sale, porque de ella sale lo que nosotros pensamos y está en nuestro corazón, creo que con eso aclaro todo. Hay formas de pensar que vos las expresás a través de la palabra y las palabras son creación y por ello influyen sobre las personas, los entornos y las responsabilidades que nosotros tenemos, de acuerdo a las bajadas de línea… En algunas personas que no tienen la preparación necesaria calan las palabras de una manera y en otras que tienen una situación psicología distinta calan de otra forma”.

Desde la oposición política llevará un tiempo revertir la imagen dejada a través de la pantalla del canal oficial. Sin dudas que ser integrante de bloques no oficialistas implica estar a la altura de las circunstancias al momento de auditar, controlar y criticar las acciones que llevan adelante los gobiernos. Tal vez deberán hacer un mea culpa y darse cuenta que hacer política es algo más que brindar conferencias de prensa frente a periodistas que todavía consideran “políticamente incorrecto” cuestionar a referentes opositores. El jueves se enfrentaron con alguien que no es políticamente correcto, ni le interesa serlo.

Aunque muchos caigamos en la tentación de evaluar si ganó o perdió Tierno con la interpelación, hubo un solo ganador. Alguien que ni apareció opinando en estos días de un tema extremadamente grave, como es la muerte de un cazador bajo balas policiales y con una grabación donde un ministro admite haber dado ese tipo de órdenes. El ganador de esta contienda fue el estratega que movió hábilmente las piezas, beneficiado con una oportuna bronquitis al inicio del escándalo, para que todo quedara como quedó. El mismo que consiguió que la oposición se contentara con lo que quedó como premio menor, la interpelación, luego de ir por un juicio político, y que encima lo hicieran con gusto.  El estratega hasta logró que todos alabaran la decisión de que Canal 3 transmitiera en vivo la interpelación, convencidos de que estaban frente a un hecho sin precedentes en la comunicación oficial, cuando en realidad ya había calculado que la pantalla solo transmitiría un traspié para los mediáticos referentes opositores. El ganador tuvo nombre y apellido, Carlos Verna.