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Subzona 1.4: entre la verdad histórica y el desvío de la atención

El ex jefe policial de la dictadura Luis Enrique Baraldini parece dispuesto a “llevarse puestos” a civiles que podrían haber facilitado de alguna manera la tarea represiva, tanto antes como después del golpe militar de 1976. El abogado y yerno del represor, Omar Cayre, ya deslizó dos nombres: María Estela Martínez de Perón y Rubén Marín.

La distribución de copias de un editorial del diario La Arena y una carta del escribano Antonio Nemesio, ambas de 1979 cuando Baraldini abandonó su cargo, con conceptos elogiosos para el represor fueron, más allá de las chicanas, una especie de mensaje encriptado para los civiles que necesariamente debieron haber tenido algún grado de participación en el accionar represivo de los uniformados. Sírvase como ejemplo lo ocurrido en Jacinto Aráuz, donde indefectiblemente hubo civiles aportando nombres a la lista de integrantes de la comunidad educativa del colegio José Ingenieros que sufrieran en su momento distintos tipos de vejámenes en el puesto caminero de esa localidad, según se desprende de testimonios de las víctimas que constan en la primera parte del juicio de la Subzona 1.4.

Cayre parece dispuesto a mantener una cuota de espectáculo en esta especie de Horror Show, y entregar por partes elementos que intentan diluir o desviar las responsabilidades de uno de los principales jerarcas de la represión en La Pampa.

Por cuestiones políticas y judiciales se siguen estirando los plazos para investigar y juzgar la responsabilidad de los civiles que tuvieron algún grado de necesaria participación en apremios de distinto tipo para que los militares y policías de la dictadura pudieran hacer su deleznable tarea.

Muchos colaboradores de la dictadura apuestan al inexorable paso del tiempo y a la avanzada edad de los juzgados, para que la suerte les siga sonriendo y continúen impunes ejerciendo los cargos y funciones con que se beneficiaron ya en tiempos de la vuelta a la Democracia.

Obviamente que con otro objetivo, pero no deja de ser un aporte para traer luz a esos años oscuros la estrategia que se avizora están llevando desde el tándem de los represores.

Curiosamente, al tiempo que se lleva adelante la segunda parte de este histórico juicio, la sociedad se divide entre los que consideran un elemento de política partidaria y los que reclaman al estado por la aparición con vida de Santiago Maldonado, poniendo en tela de juicio cuánto se aprendió de 1983 a la fecha sobre la supervivencia del sistema democrático.