
Murió Daniel Divinsky, el editor que sembró libros y lectores
Tenía 83 años y fue una figura clave en la cultura editorial argentina. Editor de Mafalda, impulsor de autores como Fontanarrosa y Walsh, y cofundador de Ediciones de la Flor.
Daniel Divinsky, abogado, editor y figura esencial de la cultura argentina, falleció en las últimas horas a los 83 años, tras atravesar una enfermedad que lo acompañó durante décadas. Su legado está profundamente ligado a la historia de Ediciones de la Flor, la editorial que fundó en 1967 y desde la cual dio forma de libro a obras fundamentales de la literatura, el humor gráfico y la historieta argentina, como Mafalda, Inodoro Pereyra, Boogie el aceitoso, los cuentos de Rodolfo Walsh y los textos de autores como Caloi, Maitena y Liniers.
Su muerte se produjo casi en simultáneo con la mudanza del catálogo de Quino al grupo internacional Penguin Random House, un hecho simbólico que marca el cierre de una etapa fundacional del libro argentino contemporáneo.
De abogado a editor por vocación
Divinsky se recibió de abogado en la UBA con diploma de honor a los 20 años, aunque su vocación real siempre estuvo ligada a los libros. Durante su juventud, trabajó junto a Jorge Álvarez corrigiendo pruebas y cuidando ediciones: fue parte del equipo que tradujo por primera vez al español El diccionario del diablo, de Ambrose Bierce, bajo la supervisión de Rodolfo Walsh.
Con apenas USD 150 prestados por su familia, fundó Ediciones de la Flor, bautizada así por un comentario de Pirí Lugones: “Ustedes quieren una flor de editorial”. Tres años más tarde se sumaría Ana María “Kuki” Miler, su pareja y socia, quien hoy sigue al frente del proyecto.
El fenómeno Mafalda
Quino llegó a Divinsky luego de cortar vínculos con su anterior editor. La decisión de publicar Mafalda transformó el rumbo de la editorial. “Con Mafalda hacíamos tiradas iniciales de 200 mil ejemplares. Y se vendían”, recordó Divinsky en más de una ocasión. Ese fue el inicio de una editorial que, sin seguir las reglas del mercado, formó una generación de lectores.
El exilio y la resistencia
Durante la dictadura militar, un libro infantil titulado Cinco dedos, con la imagen de un puño en alto, fue interpretado como apología de la subversión. Divinsky, su pareja y su pequeño hijo fueron detenidos. Gracias a la presión de asociaciones internacionales de editores, lograron exiliarse en Venezuela, donde permanecieron hasta 1983. En ese país también entabló una amistad con Rodolfo Terragno, con quien colaboró en distintos proyectos editoriales.
Fontanarrosa, Fogwill y la pasión editorial
Divinsky fue el gran editor de Fontanarrosa, a quien descubrió cuando todavía era un desconocido en Buenos Aires. Con él publicó más de 80 títulos. También fue quien publicó Los Pichiciegos, de Fogwill, al regresar del exilio. Su criterio era claro: “Si a mí me gustaba un libro, pensaba que también podría gustarle a otros mil quinientos o dos mil locos como yo”.
Además de su tarea editorial, participó activamente en instituciones culturales: fue interventor de Radio Belgrano, director de la revista Plural y miembro de la Cámara Argentina del Libro, donde fue vicepresidente entre 2000 y 2002.
Un editor generoso
Editores y colegas lo recuerdan como un hombre generoso, culto y apasionado. Laura Leibiker, hoy editora de literatura infantil, trabajó junto a él en Ediciones de la Flor y destaca: “Su oficina estaba llena de pilas de libros, desordenada, pero vital. Siempre fue un maestro y un libro andante”.
También admitía sus errores: rechazó Cuentos para Verónica, de Poldy Bird, y no llegó a leer El anatomista, de Federico Andahazi, cuando el manuscrito intentó entrar en la editorial.
Un legado vivo
Divinsky se retiró formalmente de Ediciones de la Flor hace una década, al vender su parte a Kuki Miler. Sin embargo, nunca dejó de participar del mundo cultural: escribía artículos, daba charlas y mantenía un vínculo activo con el ecosistema del libro.
En 2011 recibió el Premio a la Trayectoria Cultural de la revista Ñ y, en 2013, la Legislatura porteña lo declaró “Personalidad destacada de la cultura” por voto unánime.
“Hoy el mundo es un poco más feo”, dijo Juan Manuel Pampín, presidente de la Cámara Argentina del Libro. “Vamos a tener menos gente que arriesga en pos de un sueño. La historia editorial argentina está de luto”.