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Multitudinaria marcha del Orgullo en Hungría desafía la prohibición del gobierno de Orban

Cerca de 100.000 personas marcharon este sábado en Budapest en lo que fue la mayor manifestación del Orgullo LGBTQ+ en la historia de Hungría, pese a la prohibición impuesta por el gobierno del primer ministro Viktor Orban. La marcha, que fue declarada ilegal en marzo por el partido oficialista, se convirtió en una masiva expresión de resistencia ciudadana contra las políticas represivas del oficialismo.

El evento partió desde el Ayuntamiento y recorrió el centro de la capital húngara, atravesando el río Danubio por el puente Erzsébet, en medio de estrictas medidas de seguridad. La policía modificó el recorrido original para evitar cruces con un grupo reducido de contramanifestantes de extrema derecha.

La manifestación se realizó en abierto desafío a una reciente ley que criminaliza cualquier acto público que “represente o promueva” la homosexualidad frente a menores de edad. Según esa normativa, asistir al evento podía implicar multas de hasta 586 dólares. Las autoridades instalaron cámaras adicionales en el centro de la ciudad, y se presume que emplearon tecnología de reconocimiento facial para identificar participantes.

Desde el gobierno, se justificó la prohibición asegurando que la marcha violaba los derechos de los niños, los cuales —según una enmienda constitucional reciente— prevalecen por sobre otras libertades fundamentales. Orban apuntó directamente contra la marcha del Orgullo como el objetivo de la legislación.

“Es una sensación fantástica ver a tanta gente, aún con la prohibición. Hoy más que nunca es importante oponerse al gobierno, incluso para quienes nunca vinieron a una marcha antes”, expresó la manifestante Blanka Molnár. Para muchos, la movilización no fue sólo por los derechos LGBTQ+, sino por el derecho a reunirse y defender las libertades democráticas en retroceso.

En los días previos, el Ministerio de Justicia advirtió al alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, que promover el evento podía ser penado con hasta un año de prisión. Sin embargo, el jefe comunal apoyó públicamente la marcha, al declararla evento municipal, lo que evitó la necesidad de aprobación policial.

A pesar de las amenazas legales y el endurecimiento del clima político, los participantes se manifestaron con banderas del arcoíris, pancartas y música. Muchos coincidieron en que el evento representó mucho más que una celebración del orgullo: fue una muestra del deseo de cambio político en Hungría.

“Esto no se trata solo de diversidad sexual. Es el futuro democrático de nuestro país lo que está en juego”, sostuvo la manifestante Zsófia Szekér.