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El Mundial de Clubes en Estados Unidos: fútbol, redadas y un ensayo general para 2026

Mientras la FIFA pone en marcha su nueva apuesta global en suelo estadounidense, las políticas antimigratorias de Trump y el miedo a las redadas del ICE ensombrecen el clima en torno al torneo. La presencia latina, clave para el negocio, está en riesgo.

Los vientos en el fútbol volvieron a soplar hacia el norte. Tras los mundiales en Rusia (2018) y Qatar (2022), la FIFA le devolvió a Estados Unidos las llaves del juego. La Copa América 2024 fue el primer movimiento, y ahora es el turno del segundo acto: el nuevo Mundial de Clubes, una apuesta ambiciosa que no solo busca apropiarse de un lugar en el calendario europeo, sino también reforzar el mercado más deseado por el fútbol global.

Pero en el detrás de escena, la situación es mucho más tensa. En una nación sacudida por las políticas migratorias del expresidente Donald Trump —que avanza con redadas y deportaciones sumarias— el fútbol se cruza con la política, y el público latino, que históricamente sostiene el deporte en Estados Unidos, es el más expuesto.

Redadas y toque de queda

El caso más alarmante se vive en Los Ángeles, una de las sedes del torneo y también de la Copa de Oro. Desde el 6 de junio, la ciudad californiana es escenario de protestas contra las medidas antimigratorias. El 10 de junio se declaró un toque de queda nocturno entre las 20 y las 6, en un contexto de redadas del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) que apuntan especialmente a las comunidades centroamericanas, clave entre los fanáticos de selecciones como Honduras, El Salvador o México.

Esta situación afecta de forma directa a equipos como River Plate, que tiene programado un partido ante Monterrey en esa ciudad. Más allá de los equipos argentinos, la gran preocupación para la FIFA es la posible caída en la asistencia a los estadios.

Estadios vacíos y entradas en baja

Las consecuencias ya se sienten: los precios de los tickets bajaron hasta un 85% en las últimas semanas. Por ejemplo, el encuentro entre Ulsan Hyundai (Corea del Sur) y Mamelodi Sundowns (Sudáfrica) en el Inter&Co Stadium puede verse por apenas 33 dólares, una cifra impensada para un torneo de este calibre. Y el partido entre PSG y Botafogo, que se jugará en uno de los estadios más grandes del país, aún no logró agotar localidades.

La FIFA teme ver tribunas vacías, y no solo en el Mundial de Clubes. La Concacaf también evalúa posibles impactos en la Copa de Oro. El problema no es menor: el corazón del público futbolero en EE.UU. es latino, el mismo que hoy se siente amenazado por las políticas migratorias.

La FIFA y el riesgo político

Consultada por la agencia AP, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. aseguró que trabaja “en colaboración con agencias locales y federales para garantizar la seguridad del evento”. Pero desde la FIFA, Gianni Infantino evitó pronunciarse directamente sobre las manifestaciones y las redadas. Tampoco hubo menciones a cómo la situación puede repercutir en el Mundial 2026, que compartirá con México y Canadá.

El primer partido del torneo será en Miami, con Lionel Messi como figura estelar. Boca Juniors se medirá allí con el Bayern Múnich. La ciudad del sur estadounidense fue copada por hinchas argentinos, en una postal que contrasta con el recibimiento casi silencioso que tuvo la selección mexicana al llegar para disputar la Copa de Oro. Por miedo a las redadas, ningún fanático fue a esperarla al hotel de concentración.

El capitán de México, Edson Álvarez, expresó su solidaridad con las familias latinas en Los Ángeles: “Quiero enviar un mensaje de respeto y apoyo a todas las familias que hoy enfrentan momentos complicados, especialmente a mi gente mexicana”, escribió en sus redes sociales.

Más que fútbol

El Mundial de Clubes aparece así como algo más que una competencia deportiva. Es un ensayo general para el Mundial 2026, un experimento de mercado y una prueba política. En Estados Unidos, donde el fútbol creció al ritmo de las comunidades inmigrantes, la posibilidad de estadios vacíos no es solo un dato preocupante para la FIFA, sino una señal de alerta para todo el negocio del fútbol.

En el fondo, lo que se juega es más que un resultado. Porque, como siempre en el universo de Infantino, lo que importa no es tanto el gol que se grita, sino el gol que él puede anotar.