
Murió José “Pepe” Mujica, el expresidente uruguayo que hizo historia desde la militancia, la cárcel y la chacra
Tenía 89 años y padecía cáncer de esófago. Fue un exguerrillero tupamaro, preso político durante la dictadura y un presidente admirado en América Latina por su austeridad, su discurso humanista y su lucha por los derechos sociales.
José “Pepe” Mujica murió este martes a los 89 años. Exmandatario de Uruguay, referente regional y símbolo viviente de una historia política tan intensa como inusual: la del exguerrillero tupamaro que pasó más de una década en prisión durante la dictadura cívico-militar y que, décadas después, llegó a la presidencia con el respaldo popular del Frente Amplio.
Su salud se había deteriorado en los últimos meses. En mayo de 2024 fue diagnosticado con un cáncer de esófago avanzado, y a principios de este año anunció públicamente su retiro de la vida política. “Me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo entonces en una entrevista con el semanario Búsqueda, desde la chacra donde vivía con su compañera Lucía Topolansky, también exsenadora y figura clave de la izquierda uruguaya.
De tupamaro a presidente
Nacido el 20 de mayo de 1935, Mujica comenzó su militancia en la adolescencia. En los años 60 se sumó al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana influida por la revolución cubana. Participó en asaltos, fue baleado, detenido, torturado, y se convirtió en uno de los nueve “rehenes” de la dictadura: prisioneros a quienes el régimen militar mantenía incomunicados y trasladaba de cuartel en cuartel como forma de castigo.
Recuperó la libertad en 1985, tras el retorno de la democracia. A partir de entonces inició una carrera política que lo llevó a ser diputado, senador y ministro de Ganadería. En 2009 fue elegido presidente de Uruguay. Asumió el 1º de marzo de 2010, a los 74 años, con la promesa de gobernar desde la sencillez.
Durante su mandato (2010-2015) se aprobaron leyes pioneras como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado del cannabis. Desde una mirada laica y progresista, Mujica se convirtió en una figura internacional admirada por su estilo austero, su oratoria directa y su defensa de los más humildes.
Una vida de película
Vivió hasta sus últimos días en una chacra en las afueras de Montevideo, cultivando flores y verduras. Donó la mayor parte de su sueldo como presidente a organizaciones sociales. Su estilo de vida fue retratado por el cineasta Emir Kusturica en el documental El Pepe, una vida suprema.
En sus discursos, Mujica combinaba ideas filosóficas con el lenguaje popular. Solía reflexionar sobre el sentido de la vida, el consumo, la libertad, la política y el amor. “Pobre no es el que tiene poco, sino el que necesita mucho”, decía. O también: “No venimos al mundo sólo a ocupar espacio y trabajar para consumir”.
Su legado, sin embargo, también tiene zonas grises. Durante su gobierno, enfrentó críticas por no haber impulsado con mayor decisión la anulación de la Ley de Caducidad, que blindaba con impunidad a represores de la dictadura. También fue cuestionado por haber nombrado como comandante del Ejército a Guido Manini Ríos, actual referente de la derecha militarista.
Últimas palabras
Hasta sus últimos días, Mujica participó en actividades políticas y actos del Frente Amplio. En agosto de 2024 asistió a una reunión partidaria en silla de ruedas, horas después de recibir el alta médica. “Ando remontando mis huesos como puedo, pero tenía que estar”, dijo entonces, con la lucidez intacta y el compromiso inalterable.
En una entrevista reciente con The New York Times, dijo con serenidad: “La vida es hermosa. Con todas sus peripecias, amo la vida. Y la estoy perdiendo, porque estoy en el tiempo de irme”.
Consultado sobre cómo quería ser recordado, respondió con una sonrisa:
“Como lo que soy: un viejo loco que tiene la magia de la palabra”.