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La gente es mala…y comenta

El vecino santarroseño no salía de su indignación, incluso cuando ya habían pasado varias horas del incidente en cuestión.
Según explicó, entre las 13:30 y 14:00 de este viernes, circulaba en su automóvil por la Avenida Belgrano, de sur a norte. Al llegar a la rotonda que marca la intersección con Avenida Illía, pudo ver por el retrovisor que se avecinaba una camioneta de gran porte, a una velocidad que excedía cualquier límite, y realizando su conductor peligrosas maniobras.
Antes de que se diera cuenta, tenía a escasos centímetros de la luneta trasera de su modesto y diminuto automóvil a la parrilla cromada de una reluciente camioneta Ford Ranger, marrón, 4×4. Dice que estaba tan cerca, que casi con temor frenó en el semáforo de Belgrano y Corrientes. Temor de que la lujosa camioneta lo pasara por arriba.
El conductor de la pituca 4×4 se detuvo a la misma escasa distancia de su automóvil.
Al poner luz verde el semáforo, el que manejaba la camioneta hizo un peligroso zig.zag y lo pasó. El vecino pudo ver que quién iba al volante de la camioneta era un aquilatado hombre, de pelo canoso, ondulado. La expresión del sujeto, siempre según la versión del vecino, habría sido desencajada.
Apenas lo sobrepasó, repitió la escena con tres cadetes, que como el semáforo de Belgrano y Córdoba estaba en rojo, circulaban a baja velocidad. El desquiciado conductor del portentoso rodado se puso a milímetros de uno de las mjotos y aceleraba, apurando al motociclista para que se corriera.
A la misma alta velocidad, giró por Córdoba, y se detuvo en la esquina, donde hay una veterinaria. Allí lo aguardaba una joven blonda, de rasgos similares a los del irascible conductor, razón por la cual los pocos testigos de la escena dedujeron que se trataba de su hija.
Jura el vecino, y también uno de los cadetes, que quien manejaba la camioneta era un conocido abogado del medio, que en otros tiempos tuvo delirios de restaurador de la sociedad santarroseña.
Dicen que el aspirante a garante de la seguridad de los pampeanos, una vez subida la joven a su camioneta, maniobró y salió derrapando de la esquina de Córdoba y Belgrano, con rumbo al oeste. No se sabe si era el lejano oeste, en donde cuentan habitaban los míticos sheriff, que a los tiros intentaban poner orden en la sociead.