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Guay-Fay (visto y oído en los medios)

“Se nos hunde el Titanic. Se detecta nueva mala praxis 12 años después de la obra. La colocación del nuevo techo livianito demandaría unos 20 millones de dólares o 900 millones de pesos”, escribió el intendente santarroseño, Leandro Altolaguirre, en su cuenta de Facebook, al enterarse del comunicado oficial sobre los vicios ocultos de la mole aledaña a la Laguna Don Tomás.
Fiel al momento político que atraviesa el lord mayor capitalino, las repercusiones que obtuvo con su incursión virtual fueron escasas.
Muy pocos se hicieron eco de su ocurrencia. Pero sí logró algunas respuestas no tan simpáticas. En otras publicaciones no faltó quien le recordara que alrededor del megaestadio se encuentra Santa Rosa, ciudad cuyos vecinos seguramente recordarán su gestión como una de las peores de la historia.
Casualmente, la obra del megaestadio está a orillas del espejo de la emblemática laguna. Fue durante la gestión de Altolaguirre, ex ambientalista, que el agua del parque recreativo recibió el peor ataque contaminante, cuando el municipio decidió volcar decenas de miles de litros de líquidos cloacales en el popular paseo. La consecuencia fue un elevado aumento de bacterias nocivas para el ser humano, como la escherichia coli, principal causa de síndrome urémico hemolítico.