Entre papelitos y escalofríos
Los papelitos en la política argentina están vinculados con el escándalo.
En los 90 el entonces ministro del gabinete menemista, Carlos Corach, escribía nombres de jueces en una servilleta-papelito y armó una hecatombe política. Según había denunciado otro ex ministro menemista, Domingo Cavallo, en ese pedazo de papel Corach había escrito los nombres de los jueces federales que eran afines a las exigencias del oficialismo. Todo el mundo habló de la servilleta, pero nunca se supo que hizo Cavallo con ese papel.
Un poco más acá, en el año 2002, el entonces senador Raúl Ricardo Alfonsín fue sorprendido por un fotógrafo, en su banca del Senado, leyendo un papelito que tenía el nombre de un juez al que había que cajonearle su paso a una Cámara. A través de los poderosos teleobjetivos de los fotógrafos ubicados en los palcos del recinto de la Cámara Alta, se leía claramente “juez que hay que cajonear es Antelo” en el papel que tenía en sus manos el ex presidente.
Ayer, en una maniobra más digna de un personaje de la serie House of Cards, el ministro de Finanzas de la Nación, Luis Caputo, hizo “pisar el palito” a la diputada Gabriela Cerruti (FPV), enviándole un papelito con un mensaje pretendidamente ingenuo, que hizo estallar a la legisladora y logró zafar de la interpelación a la que estaba siendo sometido.
Obviamente que resultó extraño que Cerruti no se diera cuenta que detrás de ese papelito que inocentemente le decía “”Mis hijas tienen 11 y 13 años, no seas tan mala” había una calculada estrategia para hacerla estallar, aprovechando las cámaras, y así poder irse antes por el despiole generado. Raro, porque Cerruti tiene muchos años en el periodismo político y en la militancia partidaria, para caer de la manera que lo hizo. Mauricio Macri, Durán Barba y el propio Caputo seguramente se habrán felicitado horas más tarde. Los medios de comunicación solo hablaban del papelito y nadie de la empresa off shore que el ministro no había declarado, ni de los millones que tiene invertidos afuera, ni de su probable participación en empresas vinculadas a los fondos buitres. El objetivo se había cumplido.
¿Qué hubiera pasado si Cerruti arrugaba el papelito y olo tiraba a la basura, en vez de actuar como los estrategas de Cambiemos calcularon? Es una pregunta de respuesta tan incierta, como el precio del dólar en julio próximo.
Escalofríos de pago chico
En La Pampa, esta misma semana, también ocurrió un hecho similar.
Todos terminaron hablando de los escalofríos del diputado Eduardo Tindiglia (Nuevo Encuentro) y prácticamente nadie del presupuesto del Ministerio de Seguridad, que dirige Juan Carlos Tierno.
Tierno le dijo “no existís” a Tindiglia, y el legislador lo equiparó con el dictador Jorge Rafael Videla, 1que usó términos similares para referirse a los desaparecidos. “Un escalofrío recorrió mi cuerpo”, describió el diputado, al referirse a la sensación que tuvo ante las palabras de Tierno. Obviamente, el funcionario salió luego a aclarar que el “no existís” se había dado en un marco político.
Al igual que Caputo, Tierno terminó en los diarios por ese tema y no aclarando la cantidad de muertes que se han producido en los últimos años en las rutas que atraviesan La Pampa, el rol de las oficinas regionales de inteligencia que hay en nuestro territorio, u otras cuestiones vinculadas a la rendición del Presupuesto.
Tanto Cerruti como Tindiglia deberán rever sus estrategias. Evidentemente el hacer política a través de la no política, les está funcionando a algunos funcionarios.