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Cambiemos puso a los santarroseños cerca de Burundi (*)

Promediando el tercer verano de la gestión del intendente Leandro Altolaguirre (Cambiemos), Santa Rosa parece haber retrocedido en el tiempo y decenas de miles de vecinos reciben agua potable provista en camiones cisternas de dudosa higiene.
Cabe destacar que la problemática del agua potable en la capital pampeana no es nueva ni es exclusivamente responsabilidad de Altolaguirre, sí lo es que sobrepasando la mitad de su mandato no ha encontrado una solución y por el contrario, el panorama tiende a empeorar.
Si se puede hablar de fortuna, parece que una parte está del lado del jefe comunal para evitar que el caos sea total. Hace muy pocos días el acueducto Anguil-Santa Rosa sufrió una rotura y fue reparado. Ahora, como consecuencia de los incendios que azotan a parte del territorio provincial, el que quedó temporalmente fuera de servicio fue el acueducto del Río Colorado. Si ambos hubieran estado rotos, el desastre hubiera sido completo, teniendo en cuenta las altas temperaturas que se registran.
Mientras los santarroseños deben ir con recipientes a proveerse del líquido vital, en una postal muy similar a las zonas más castigadas de África, la “gestión” Altolaguirre derrocha alrededor de 18 millones de agua potable por día, debido a las incontables pérdidas sin arreglar que se acumular en los distintos barrios santarroseños.
Por más que resulte increíble, el cálculo de los entendidos en la materia es que de los aproximadamente 50 millones de litros de agua que consume la ciudad por día, el 35% por ciento se va por los desagües pluviales, gracias a las roturas de la red que nunca terminan de arreglarse.
Si algo falta para empeorar la crisis sanitaria, a los millones de litros de agua desperdiciada, se le deben sumar otros tantos de desechos cloacales esparcidos por toda la ciudad, con las quejas que se multiplican por la proliferación de ratas, arácnidos y alacranes.
Tristemente se comprueba que en el tercer año de gobierno municipal de Cambiemos en Santa Rosa, el cambio por mejor calidad de vida corre por los desagües pluviales, con destino incierto.

 

(*) Burundi calificó en 2017 como uno de los países más pobres del mundo.