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No hay peor ciego…

El intendente de Santa Rosa, Leandro Altolaguirre, perdió.

En la madrugada del martes, un grupo de artesanos resolvió ignorar el texto de una Ordenanza municipal que indica que a partir de este año la tradicional Feria del Regalo debe hacerse en los terrenos aledaños al ferrocarril. Los desobedientes instalaron sus puestos de venta y fueron imitados en el día de hoy por un importante número de artesanos, que por estas horas sumaban varias decenas.

Desde ayer que las autoridades comunales, Altolaguirre incluido, tratan de convencer a los intrusos de abandonar la plaza, sin resultado hasta el momento. No solo no pudieron conseguir que se vayan, sino que durante el martes se instalaron más puestos en la plaza.

“Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan”, escribió Tzun Tzu, hace alrededor de 2.500 años, en su famosa obra “El Arte de la Guerra”.

El intendente Leandro Altolaguirre no tiene la obligación de haber leído al general, estratega y filósofo chino, pero si lo hubiera hecho seguramente no habría dejado dos noches a la Plaza San Martín a oscuras, ni habría mantenido cortada la calle Irigoyen a la altura de la Plaza con dos camiones que cumplían tareas en la reparación de calles. Tampoco habría expuesto a una veintena de sus funcionarios al escarnio, y en algunos casos la risa, al hacerlos ir y venir del edificio municipal a los stands, sin que lograran resultado alguno entre las dos obcecadas partes.

Ayer quedó también en claro que la gestión municipal no cuenta ni por cerca con el apoyo de los empleados. El martes los choferes de los camiones y los inspectores de tránsito abandonaron la plaza cuando se cumplió su horario laboral, y no respondieron ni por cerca la súplica de un esmirriado funcionario que intentaba hacerlos quedar.

El paso de las horas lleva la situación cercana al paroxismo y en la tarde del miércoles tuvo un pico. Alrededor de la hora 18 se apersonaron en la plaza algunos integrantes de la troupe que desde ayer está a las idas y venidas entre el edificio municipal y la plaza. Esgrimían en sus manos una copia de lo resuelto por la jueza de Faltas, Ivana Cajigal Canepa, donde la funcionaria autorizaba el decomiso de la mercadería de los artesanos asentados en la plaza. El reducido grupo se había ubicado  detrás del pie de la estatua del prócer, a la espera de la Policía, que debía brindar apoyo al decomiso…y nunca llegó.

Probablemente en San Martín 50 no creyeron que desde el Ministerio de Seguridad, a cargo de Juan Carlos Tierno, cumplirían con lo anunciado respecto de la postura que tomarían ante conflictos de este tipo.  En otras palabras les dijeron que ante la pretensión de apoyo en actuaciones de este tipo, debían mandar nota al Ministerio, y que si lo consideraban pertinente actuarían.

Tierno es probablemente tan porfiado y autoritario como Altolaguirre, pero desde el Gobierno Provincial le están demostrando que además hacen una lectura política correcta de la situación. Seguramente no es porque Tierno no comparta el criterio del intendente que el ministro sostuvo las riendas de la Policía y no envió efectivos a desalojar ni a confiscar la mercadería de los rebeldes. El funcionario provincial sabe que el tiempo político no es el propicio para hacer algo así por la fuerza. Hay una sociedad movilizada, luego de la controvertida aprobación de la Ley de Reforma Previsional, que no está dispuesta a soportar patoteadas de ningún tipo.

Tierno sabe, y Altolaguirre debiera asumirlo, que cualquier intento de erradicar a los artesanos no será en paz y que el costo político sería altísimo.

A esta altura el intendente debería comprender que si hace tres días que los artesanos están asentados en parte de la Plaza San Martín, él ya perdió. Aunque hoy pudiera sacarlos, ya perdió.

El fundamento principal de su derrota es que ni él, ni los funcionarios que designó, pudieron aplicar una Ordenanza que ellos mismo generaron, y que el Concejo Deliberante aprobó. Por estas horas  Altolaguirre debería comprender que en vez de romperse la cabeza pensando cómo echar a los artesanos -dando estertores que lo acercan más al ridículo que a un gran gestionador-  la solución ya pasaría por descabezar al o los responsables del sofocón que está pasando.

Foto: El Diario de La Pampa