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Guay-Fay (visto y oído en las redes)

Seguramente la emoción llevó al intendente Leandro Altolaguirre a confundir un hecho histórico con uno cercano al “pan y circo”.

El viernes pasado el grupo cuartetero “Sabroso” finalmente concretó su actuación en Santa Rosa, luego del fallido y escandaloso intento de diciembre pasado. En aquella oportunidad, la firma encargado de traerlos no les habrían abonado lo convenido y los músicos decidieron suspender el show. Luego, seguramente como una estrategia de marketing, decidieron tocar gratis para los santarroseños.

“Santa Rosa desbordó de alegría en una noche histórica. ¡Gracias a todos!”, escribió Altolaguirre en su cuenta de Facebook. El jefe comunal se ufanaba del evento, puesto que fue el municipio el encargado de la logística del espectáculo.

En algunas de las fotos se vio al intendente luciendo una de sus remeras con el dibujo de La Hormiga Atómica, indumentaria que había prometido ponerse cuando hubiera problemas.

Dicen algunos testigos presenciales que –tapados por la música- se pudieron escuchar chiflidos para el lord mayor, cuando fue divisado en el escenario. Al parecer él estaba satisfecho porque la capital “desbordó de alegría”, pero los vecinos están más que enojados por otros desbordes, como los de las cloacas,  los de la red de agua potable o los de los cuencos de desagües pluviales, sin ir más lejos.

Altolaguirre se equivocó. Histórico sería que como intendente cumpliera sus promesas de campaña y les mejorara la calidad de vida a los habitantes de la ciudad capital, y no al revés. El resto son solamente espectáculos circunstanciales que, al mejor estilo de los antiguos emperadores romanos, solamente sirven para que la gente se olvide por un rato de sus dificultades cotidianas. El problema lo tiene el santarroseño que luego del recital vuelve a su casa y se encuentra con los mismos males de siempre.

Si anduviera por los barrios, Altolaguirre vería la diferencia entre el fervor de la parcialidad cuartera ante unos de sus ídolos, y el fervor de los vecinos, ante la falta de respuestas y el deterioro que cotidianamente sufre la ciudad.