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Guay-Fay (visto y oído en las redes)

El concejal radical santarroseño Marcos Cuelle expresó en su cuenta de Facebook la pena que lo embarga.

Al parecer algunos radicales decidieron emprender una cruzada para poner algunos parches a las múltiples cuentas pendientes del intendente Leandro Altolaguirre (UCR?-Cambiemos?),  y se pusieron manos a la obra a arreglar juegos infantiles en el barrio Obreros de la Construcción. Pero el esfuerzo habría sido en vano, porque a menos de siete días de la “tarea comunitaria” los juegos aparecieron rotos. En el mismo escrito también reconoció que el municipio no invierte en espacios públicos.

Cuelle optó por cargar contra los padres de los supuesto pequeños vándalos, aconsejándoles que “SI LOS EDUCAMOS LES HACEMOS UN BIEN”. Con un tono sarmientino, al mejor estilo de “Civilización y Barbarie”, les espeta que “la culpa no la tienen los niños, sino nosotros los padres; si no les enseñamos la importancia de cuidar lo que es de todos, no hay forma que esto funcione. Los recursos del Estado son escasos y mucho más los nuestros”, dando a entender que habría metido la mano a su bolsillo para dotar de juegos infantiles, tarea que debería desempeñar el municipio.

No conforme con eso, más adelante les enrostra a los vecinos que “después llueven las quejas que los parques están destrozados que nadie los cuida, justamente, si los principales interesados no les enseñan a sus hijos e hijas a cuidarlos, es imposible pasar todas las semanas para mantenerlos, aunque tengamos los recursos”.

Cuelle tal vez no esté informado que la educación y el juego están incluidos dentro de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Él, como funcionario público, tiene una responsabilidad adicional y las obligación de garantizar el cumplimiento efectivo de estos derechos, más aún si considera que se están incumpliendo, y de ninguna manera es una dádiva que él le da a los vecinos. Alguien tal vez debería asesorarlo, porque quizás esté incumpliendo con sus deberes.

La “tarea comunitaria” de la que se ufana no es un toco y me voy, sino que debe realizarse con las organizaciones e instituciones de la comunidad, en este caso del barrio, haciendo partícipes a los vecinos, para que, siendo partícipes de la acción, se empoderen de ella, la valoren y la cuiden. Caso contrario se corre el riesgo de caer en actitudes demagógicas. Cuelle debería preguntarse si la rotura de lo que él y sus amigos hicieron no es una manifestación de repudio a quienes buscan la foto y a otra cosa.

Mea culpa?

Lo que no dejó de sorprender fue una crítica directa a la gestión del  intendente, cuando escribió en el mismo mensaje que “Los espacios públicos son parte de una gama de áreas desfinanciadas del municipio; nadie, ninguno de las y los vecinos contribuye económicamente a su cuidado, pero todos quieren espacios verdes lindos. Luego se siente la discriminación entre espacios verdes y espacios marrones, pero si el mínimo esfuerzo que se hace lo dan por tierra en menos de una semana, empiecen a preocuparse por los valores que les están transmitiendo a sus hijas e hijos.

Vamos a seguir realizando tareas comunitarias de este tipo, porque no somos de bajar los brazos. Solo pedimos que eduquen a sus hijas e hijos que verdaderamente les hacen un bien a ello y a todos”.

Más allá de reconocer que Altolaguirre no está cumpliendo con el cuidado de los espacios públicos, el concejal Cuelle debería saber que en los impuestazos que él mismo votó está el dinero que sí ponen “las y los vecinos” para el cuidado y mantenimiento de los espacios públicos, no sea cosa que se le ocurra crear una nueva carga impositiva a los castigados bolsillos de los santarroseños.

En el mismo tono de Cuelle estuvieron los mensajes que le dejaron en la publicación. A modo de ejemplo se puede citar lo escrito por Norma Medus: “A no bajar los brazos. Son generaciones de tener algo sin que cueste esfuerzo”. Al menos hasta que se cerró la nota todavía nadie había hecho alusión a “las que se embarazan para cobrar un plan”.

“Si los educamos les hacemos un bien” bien puede haber sido la primera entrega literaria del edil que bien podría seguir con otros títulos como “Si no tiramos caca a la laguna les hacemos un bien”, “Si les arreglamos las calles les hacemos un bien” o también “Si gestionamos el municipio les hacemos un bien”.