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Abal Medina: “Hay que reivindicar la política

Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, llamó hoy a “reivindicar la política”, sabiendo que “hay que mejorarla, que hay un montón de cosas para transformar”. El ex funcionario está en Santa Rosa para participar de actividades programadas en el marco del Día Nacional del Politólogo, invitado por el Consejo Profesional que agrupa a los politólogos pampeanos.

—Ahora está terminando un gobierno cuya principal propaganda fue hacer política, denostando la actividad política…
—Exacto. Yo conozco a varios que son parte del actual gobierno y desde el principio uno sintió eso: no se puede hacer algo diciendo que está mal lo que hace. Esa discusión fue obvio incluso dentro del mismo Cambiemos, con sectores que se opusieron. Yo me acuerdo un discurso mío, en la discusión de los fondos buitres, que estamos repitiendo historias. Creemos los argentinos, que comprando un modelo como un paquete cerrado, nos va a ir distinto como nos fue siempre y no es así. Nos va a ir igual como nos fue siempre y es el balance de estos cuatro años.
Hay que reivindicar la política, saber que hay que mejorarla, que hay un montón de cosas para transformar, para mejorar, pero no hay que negar la política, hay que tomarla como está y trabajar para mejorarla. Negarla es un pretexto para escapar a los problemas y las discusiones.
—En relación a lo que viene… ¿qué expectativas se puede tener con entre el gobierno de Cristina Fernández, con las posibilidades que tiene éste de Alberto Fernández?

—Alberto dijo desde el principio: vamos a volver para ser mejores. No repetir lo que se hizo. Somos conscientes que durante el periodo que estuvimos en el gobierno, logramos enormes avances, pero también cometimos errores. La política como cuestión positiva, consiste en eso: reconocer en lo que uno se equivocó, para no repetir errores.
Alberto y la conformación del Frente de Todos expresa eso: reivindicar las cuestiones que se hicieron bien, cambiar las que se hicieron mal o no tan bien y aplicarlas en un mundo muy distinto al que vivimos, mucho más caótico, más complicado. Lamentablemente, lo que vivimos en el 2003, basta mirar alrededor para saber qué está pasando.

—¿Cuánto tiempo llevará hacer las cosas que se hicieron bien en el gobierno de Cristina?
—Creo que en los últimos años nos cerramos mucho. Fue producto de un nivel de agresión social que había muy fuerte y de un conjunto de cuestiones, fuimos perdiendo la capacidad de escucha, de diálogo, fuimos cerrándonos en nosotros mismos y esto lo digo en primera persona. Yo vengo de la Academia, soy titular de cátedra en Ciencias Políticas y en el CBC de la Universidad de Buenos Aires, nunca dejé de dar clases y sin embargo, en ese momento, me cerraba y cualquier crítica parecía un insulto y se pierde la capacidad de escuchar.
Y cuando uno hace eso, termina dejando de ver parte de la realidad. Creo que fue lo que nos pasó y parte de la sociedad, confió en otro proyecto político. Uno esperaba que les fuera bien, pero viendo lo que pensaban hacer, ya se sabía que no.
—¿Alberto Fernández tendrá otra relación con los medios? En el gobierno de Cristina fue conflictiva…
—Sí, sin duda, Alberto es una persona de diálogo permanente y entiende el rol de los medios más desideologizados, que en la última etapa de nuestro gobierno. Entiende que unos opinan una cosa y otros de manera diferente, y él es muy franco. Se puede pelear con periodistas, pero no está pensando que detrás de eso hay alguna particularidad.
—¿Cuándo llevará esta reconstrucción?
—Va a llevar tiempo, la situación económica y social es terrible. Si tenías problemas en el 2015, todos se han acrecentado. No hay un solo problema económico que no sea más grave que hace cuatro años. La herencia de este gobierno es muy clara. Si uno lo piensa en cualquier empresa, la situación es muy complicada y ni hablar del endeudamiento externo, que es gigantesco y condiciona un fuertemente las posibilidades de desarrollo.
Los meses que vienen son muy importantes y espero que la dirigencia política del actual oficialismo tenga la misma grandeza que tuvimos muchos de nosotros, con una actitud de acompañamiento en cuestiones importantes para el gobierno y tener gobernabilidad, con el Presupuesto y no se ponga en una actitud obstruccionista que lo que hace es frenar el futuro de los argentinos.
—¿Qué rol va a tener en el nuevo armado de este gobierno?
—Yo estoy colaborando. Tengo una relación de amistad y acompañamiento con Alberto. Nos distanciamos en un momento, pero nos acercamos cuando nos acompañó como jefe de campaña de Florencio Randazzo en el año 2017 y desde entonces estamos trabajando juntos, en busca de la unidad.
Yo estoy más volcado a lo académico, trabajando y tengo mandato por dos años en la CONEAU, la comisión que se encarga de acreditar y validar carreras universitarias, así que me veo ayudando y asesorando a los amigos que están en el gobierno.
¿El armado del Poder Ejecutivo será de Alberto Fernández o Cristina influirá en él?
—Es un armado de Alberto Fernández. Sabemos que no es alguien al que no se le puede imponer nada. Él es una persona de diálogo y obviamente, va a escuchar muchísimo a Cristina, sin lugar a dudas la dirigente política con mayor volumen en este espacio, pero también lo va a escuchar a Sergio Massa, a las organizaciones sociales, los gobernadores que nos acompañan. Alberto es una persona que entiende la política como diálogo y acuerdo y eso es muy importante en la situación que estamos viviendo.
—¿Este es un frente electoral o va a gobernar?
—Es un frente que va a gobernar. La experiencia que tuvimos con Cambiemos lo marca. La distinción entre un frente de gobierno, parlamentario o electora, no termina funcionando y para generar gobernabilidad, es importante que sea un frente que esté en el gobierno, que esté en el parlamento y que lo vote en la gente.
—Los medios nacionales ya hablan de puja interna…
—La puja no existe. Hay ambiciones y está bien y natural, pero verlo como enfrentamiento entre sectores, es una simplificación.
—¿En el 2017 fue acertado que Randazzo se presentara en Buenos Aires?
—La verdad es que la idea nuestra era convenir una PASO. El día que el sector mayoritario del partido decidió no darnos esa PASO, visto los resultados, quizás no deberíamos haber competido.
—¿La democracia liberal capitalista, pone límites a los gobiernos populares?
—Sí y no. El capitalismo tiene su propia lógica. Me parece que sí hay es que la institucionalidad está armada para una determinada forma de entender la democracia, muy acotada. Es una de las cosas que vamos a charlar hoy. Siempre hay una tensión entre componentes más democráticos y republicanos, en las instituciones de gobierno. La clave está en no negar a ninguno de los dos.
Los errores están cuando uno termina negando el componente democrático en nombre del republicano o el republicano, en nombre del democrático. El desafío es vincular los dos, una vinculación problemática, porque vienen de expresiones distintas, historias distintas, pero creo que esto funciona bien cuando pueden vincularse ambos componentes y gran parte de la charla de hoy será sobre estos temas.
—Históricamente han terminado chocando. Pienso en Hugo Chávez o Morales y el golpe de estado en Bolivia…
—Claro. Son dos cosas distintas que conviven problemáticamente. Esos choques son permanentes Y también a la inversa: cuántas veces de la idea más republicana termina en un golpe. En Bolivia hay un golpe de estado y no puede llamarse de otra manera, cuando un presidente tiene que dejar su cargo porque las fuerzas de seguridad, le dicen que es bueno que se corra. No hay discusión posible.
—¿El de Brasil a Dilma fue un golpe también?
—Ése es un golpe con adjetivos. Hay una discusión, porque dentro del presidencialismo, se hizo un uso ilegítimo de un instrumento como el juicio político, que está pensado para otra cosa, como por ejemplo que el presidente se vuelva loco o comete un delito flagrante.
Lo de Bolivia es distinto, hay un artículo muy interesante que salió ayer en La Nación y en el New York Times, de María Victoria Murillo y Steven Levitsky, politólogo del establishment, donde si bien se critican muchas cosas del gobierno de Evo, lo que pasó fue un golpe de Estado. No podemos discutir el blanco y el negro. Hubo un golpe de estado y es muy malo con la historia que tiene América Latina, que toleremos por cuestiones a quien le cae bien o a quien le cae mal, que esto pase. Es grave, lo mismo que si las fuerzas armadas chilenas dicen mañana que a Piñeira hay que correrlo.
—¿Cómo queda Argentina entre tantos gobiernos de derecha?
—Lo más grave no es que sean tantos gobiernos de derecha, lo más grave es la Argentina con tantos gobiernos con problemas, como se ve lo que ocurre en Chile, Bolivia, Colombia, hay una crisis en buena medida de los estados
—Es categórico con el golpe de estado en Bolivia, ¿En Venezuela hay dictadura?
—No. Tampoco hay democracia. Ningún politólogo del mundo puede decirlo. Hay un presidente y otro que se proclama presidente, pero camina por la calle. Eso no es una dictadura, es un régimen autoritario, no hay duda. Tampoco hay duda que no es una democracia, pero una dictadura, en un sentido estricto, no lo es.
—¿El voto los convierte en gobiernos democráticos? Maduro, Chávez, ganaron 15 de 16 elecciones…
—En el régimen venezolano, cuando pierde la mayoría del legislativo, hace al revés que lo que ocurrió en Brasil, que se destituyó al Presidente. En el caso de Venezuela, el Ejecutivo escondió la asamblea, son problemas en el régimen.