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¿Santa Rosa… de la Mala Hora?

Este fin de semana se viralizaron 25 nombres más de supuestos investigados por el área de Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina y la División Lavado de Activos del Narcotráfico. Lo de “supuestos” es lo que define de manera más clara la situación. Hasta el momento solamente se conocieron dos oficios judiciales que consultan al municipio santarroseño si habilitó locales comerciales a cualquiera de esas 50 personas. Los oficios no tienen absolutamente ningún otro dato.
Hace 57 salió a la luz el tercer libro de Gabriel García Máquez, llamado “La Mala Hora”. En esa obra, comienzan a aparecer en un pueblo pasquines que denuncian situaciones de la vida privada de sus habitantes. No era nada nuevo, porque en los pasquines se denunciaban viejos rumores, algunos nunca comprobados y otros que de tan ciertos eran una obviedad. La violencia se genera a partir de que esos chismes se corporizan en pasquines anónimos y se hacen públicos.
En Santa Rosa hay un revuelo tremendo a partir de la difusión, principalmente a través de las redes sociales, de los nombres de los cincuenta vecinos involucrados en los oficios judiciales. Hay de todo: comerciantes, políticos, profesionales de distintos rubros, algunos extranjeros y hasta policías.
Los dos oficios divulgados hasta el momento dejan más dudas que certezas. Las certezas son solamente dos. La primera de ellas es que se piden datos sobre si hubo habilitaciones comerciales a nombre de cincuenta personas. La segunda es que fue librada por el área de la Policía Federal que investiga lavado de dinero de narcotráfico.
Las dudas son mayores. La primera es sobre la confidencialidad de los datos de ciudadanos, que por la especulación generada debieran manejarse con reserva, que no supo tener la Municipalidad de Santa Rosa. Al menos el primer oficio filtrado, ya contaba con los sellos de la comuna.
Otro dato llamativo son las “filtraciones” de datos por parte de la propia Policía Federal. Son coincidentes la versiones que aseguran que desde la fuerza que responde a Patricia Bullrich se habrían deslizado mantos de sospecha sobre determinados nombres de la lista de los 50.
No menos raro es el manejo que le dieron al tema los medios de comunicación locales. Para sorpresa de muchos, hubo algunos medios de comunicación que cuestionaron el ejercicio de la profesión que hicieron los que se dedicaron a informar, sobre la base de pruebas firmes, como la existencia de las listas.
La publicación de la existencia de las listas, y en las últimas horas de la nómina de los 50, no es culpa de los medios, sino de los organismos públicos que no pueden garantizar derechos elementales. Con la filtración de los nombres, más de uno de los nombrados debe demostrar que es inocente, invirtiéndose la carga de la prueba. Lo irónico es que deben demostrar inocencia respecto de ninguna acusación.
Es de esperar que Santa Rosa demuestre que está por sobre la idiosincrasia del pueblo inventado por el nobel de literatura. En ese pueblo sin nombre el escándalo se desató por culpa de pasquines anónimos, que lograron enervar el morbo de sus habitantes. en el poblado caribeño, la sangre terminó llegando al río. Ojalá que no pase lo mismo en la capital pampeana que, a fuerza de verdad, no tiene ríos.