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El fracaso de las colectoras anti-PJ

Más allá de los tradicionales balances de ganadores y perdedores que quedan luego de cada elección, las del pasado domingo dejaron algunos datos para tener en cuenta, que no son menores.
En primer lugar, el triunfo de Fernanda Alonso, en General Pico, superando los 20 puntos de diferencia con el segundo, el macrista Martín Maquieyra, dejó en claro que no todos los apoyos foráneos son efectivos. La derrota del joven diputado nacional fue la segunda en siete días que sufrieron candidatos apoyados por María Eugenia Vidal, gobernadora de Buenos Aires y Plan “V” del macrismo, anteriormente había hecho lo mismo con Mario Negri, en Córdoba, perdiendo por paliza con Juan Schiaretti.
Los otros derrotados, que por estas horas decidieron hacer un sonoro silencio stampa, son los candidatos que decidieron conformar las colectoras anti-PJ. Hubo tres listas que “eligieron” ser funcionales a Cambiemos, probablemente logrando distintos acuerdos con los operadores del macrismo, cuyo único objetivo era captar votos de los peronistas que pudieran estar descontentos con las listas de unidad que logró la conducción del Frente Justicialista Pampeano.
La tiernista Comunidad Organizada, el Ojuecista Frente Popular Pampeano y el evangélico Pueblo Nuevo intentaron beneficiarse de las desavenencias del peronismo vernáculo y llevar agua para su molino.
Juan Carlos Tierno logró el objetivo de ser tercero en la intención de los pampeanos, pero con apenas un 7,24% de los votos, lejísimo del 52,50% de Sergio Ziliotto y del 31,96% de Daniel Kroneberger. El ex ministro de Seguridad del Gobierno Provincial solamente logró que su esposa, Sandra Fonseca, pudiera retener su banca en la Legislatura provincial y una más para un colaborador. La expectativa del verborrágico abogado era ubicar 4 o 5 legisladores, y hasta fantaseó con que fueran 6. Las urnas le dieron un baño de realidad, y lejos quedó de los dos primeros, con su discurso cercano al de la cuestionada Patricia Bullrich.
Otro ex ministro que decidió probar suerte fue el médico Rubén Ojuez. Cansado de decir que Verna lo había separado de su gabinete “por medir bien”, debió enfrentar la realidad de quedar sexto en la grilla, con apenas un 1,40% de los votos. Seguramente fue más duro para él y sus aliados sindicales pro-patronal saber que ese porcentaje significaba que solamente los votaron 2.838 pampeanos. Los sindicalistas maoístas debieron volver con la cola entre las piernas a seguir disfrutando de las mieles de los subsidios y planes otorgados por Carolina Stanley y los contratos logrados para hijos, consortes y amantes, a cambio de no levantar la voz en la mesa paritaria de salud. El colmo de Ojuez es que en su pueblo, Colonia Barón, obtuvo solo 76 votos para gobernador, muy por debajo de los 954 de Ziliotto y los 931 de Kroneberger, el otro baronense que competía por la gobernación.
Finalmente, el pastor evangélico Daniel Robledo dejó en claro con los votos que obtuvo su candidatura, 3,47%, que hacer campaña utilizando su postura anti-aborto no le resultó para nada efectiva. Sus allegados y socios religiosos tomaron postura de idas y vueltas entre el peronismo y el macrismo. Los ciudadanos evidentemente descreyeron de los supuestos fines altruistas y de gran moral de los pastores y no los acompañaron en las urnas, al menos no lo suficiente para retener los cargos electivos que tenían: se quedaron sin representación legislativa y perdieron concejales en distintas localidades. Apenas mantienen los cargos que les otorgaran en el Poder Ejecutivo Provincial, en la Secretaría de Culto.
Entre las varias lecturas que se pueden hacer de las elecciones del domingo, una de ellas es el fracaso de los que decidieron ser funcionales al macrismo, por izquierda, derecha o centro, armando listas que ni por asomo lograron asustar a los partidos tradicionales.