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Residuos patológicos: parados sobre una bomba de tiempo

El gobierno municipal de Santa Rosa suma una nueva situación peligrosa para la salud de los santarroseños. Parte de los residuos patológicos que se entierran en el basurero municipal -mal llamado relleno sanitario- están a la intemperie, al alcance de perros, gatos y todo tipo de alimañas que pululan en ese lugar, representando un riesgo sanitario para la población.

La ley 154 define a los Residuos Patogénicos (o patológicos) como todos aquellos desechos o elementos materiales en estado sólido, semisólido, líquido o gaseoso que presumiblemente presenten o puedan presentar características de infecciosidad, toxicidad o actividad biológica que puedan afectar directa o indirectamente a los seres vivos, o causar contaminación del suelo, del agua o de la atmósfera que sean generados en la atención de la salud humana o animal por el diagnóstico, tratamiento, inmunización o provisión de servicios, así como también en la investigación o producción comercial de elementos biológicos o tóxicos-
En otras palabras, son los residuos que contienen microorganismos patógenos que, cuando entran en contacto con un potencial huésped (como un ser humano), pueden infectarlo y causarle una enfermedad.
Siendo aún más explícitos, suelen generarse en el ámbito hospitalario. Los guantes que utilizan los enfermeros, las jeringas que se emplean para aplicar vacunas, las gasas manchadas con sangre e incluso los restos de órganos son residuos patológicos.
Si bien el enterramiento no es el procedimiento más aconsejado para el tratamiento de estos residuos, la gestión del intendente Leandro Altolaguirre bien podría tomar mayores recaudos. Por ejemplo, no dejar las bolsas de color rojo, tal como marca la ley para identificar las que llevan ese tipo de basura peligrosa, sin enterrar y acopiadas al aire libre. No se necesita demasiada imaginación para pensar en el efecto que puede causar en la salud de cualquier persona la mordedura de algunos de los perros que se sirven diariamente de lo que encuentran en el basurero, y que tienen acceso al sector de los patológicos, tal como pudo observar este cronista.
Mientras Altolaguirre y sus funcionarios se sacan selfies pintando cordones, a muy pocas cuadras del centro de la capital de La Pampa existe una verdadera bomba de tiempo que pone en riesgo a la salud de la población.
La situación no debiera causar tanta extrañeza, ya que el propio intendente que llegó con “chapa” de ecologista permitió que sus funcionarias hagan by pass de cloacas por el sistema de desagües pluviales, derivando de esta manera cientos de miles de litros de desechos a la Laguna Don Tomás, provocando una catástrofe ecológica sin precedentes.
Por fortuna, dentro de tres o cuatro meses ya se estaría dando el procesamiento como corresponde a los residuos de esta peligrosidad en Toay, con las maquinarias y recursos que indican las normas para la eliminación de este tipo de desechos.
Mientras tanto habrá que seguir el consejo de otro personaje polémico, el rabino Sergio Bergman, y ponerse a rezar.