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Intendente y concejales de Cambiemos sueltos en Macondo

Hubiera podido pensarse que el diluvio le había dado la oportunidad de sentarse a reflexionar”, Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad.

En la popular novela del colombiano un temporal que parecía no acabar nunca azotó a Macondo, la ciudad donde se desarrolla la novela, y trajo aparejados una serie de inconvenientes. En el premiado libro, los habitantes prácticamente incorporan a su rutina  el acostumbramiento a estar casi tapados de agua.

Sí hay algo que no colma nunca la capacidad de asombro es la gestión municipal del intendente Leandro Altoalguirre, su gabinete y sus concejales.

En la reunión de la Comisión de Administrativa del Concejo Deliberante que preside la inefable Celia Ibarguren, salió despacho de un proyecto enviado por el departamento Ejecutivo para la utilización de las instalaciones comerciales de la Laguna Don Tomas  en relación a los siguientes inmuebles e instalaciones ubicados en el Parque Don Tomas: a ) Kiosco “Cuenco Chico” b) Kiosco “Isla de los Niños” c) Proveeduría d) Confitería del Recreo “La Isla”.

La redacción del artículo 1, deja abierta la puerta para que la concesión de dichas instalaciones para los correspondientes emprendimientos comerciales pueda ser explotada por instituciones de bien público o privados que quieran emprender un comerció allí.

Poca visión comercial debiera tener una institución de bien público o un privado para emprender e invertir en un lugar que hoy -y quien sabe por cuánto tiempo- permanecerá  cerrado a la circulación vehicular, no tiene casi afluencia pública y que no tiene miras de volver a ser en lugar de esparcimiento que alguna vez no tan lejana fue. Como si fuera poco, el articulado agrega que toda mejora quedará para la Municipalidad en el caso de incumplimiento de las obligaciones.

Tal como reza el título de esta nota, tanto el intendente como los concejales oficialistas siguen andando sueltos por Macondo viviendo presos de un realismo mágico digno de Aureliano Buendía y su familia.

En Macondo llovieron cuatro años antes de que escampara. En Santa Rosa la van casi dos años.