Diario la Campana

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La gente es mala y comenta…

Lo que aparentaba ser un “normal” siniestro de tránsito en la atribulada ciudad de Santa Rosa, dejó al descubierto lo que algunos consideran una práctica irregular en el cada vez más cuestionado manejo de los taxis santarroseños.
Hubo una colisión protagonizada por tres vehículos, uno de ellos taxi. El transporte público llevó la peor parte. Afortunadamente no hubo que lamentar heridos.
Apenas intercambiados los datos de los vehículos –para el trámite del seguro- y mientras un efectivo policial controlaba todo, un cuarto automóvil llegó raudamente a la escena. De éste último bajó el conductor con cara de preocupación y se interesó por el chofer del taxi. Ambos evaluaron los daños del móvil y charlaron, en voz baja, entre ellos. El último en llegar aparentaba en todo momento alguna posición jerárquica sobre el hombre que manejaba el taxi.
La sorpresa e incomodidad del último en llegar ante la presencia de un trabajador de prensa fue ostensible. Rápidamente subió a su vehículo azul y partió, evitando preguntas incómodas.
Una breve averiguación bastó para conocer que el conductor del automóvil azul es el titular de una licencia de taxi en la capital pampeana. Distintas fuentes consultadas coincidieron en señalar que la licencia del coche siniestrado no es la que figura a su nombre. Los mismos informantes deslizaron que sería vox populi que el preocupado conductor del auto azul alquilaría la licencia del auto chocado, algo que está reñido con lo dispuesto por la Ordenanza que rige respecto de las licencias. Según esa disposición, las licencias son intransferibles, y mucho menos alquilables.

Dicen las malas lenguas que los números de las licencias, tanto la legítima como la alquilada, terminarían en 4.
“Todos lo saben, pero es prácticamente imposible comprobarlo. El alquiler de licencias una práctica común. Está tan perfeccionada que hacen coincidir la titularidad del automóvil con el de la licencia”, detalló una voz calificada y conocedora de los intríngulis del negocio de los taxis.
Lo que sería realmente grave es que, por ejemplo, un funcionario municipal pudiera incurrir en esta deleznable práctica. Más aún si es quién no se cansa de decir que es un recién llegado a la política y que vino a cambiar con viejas mañas.

Por las dudas, un agudo observador aconsejó jugarle a la quiniela a los números relacionados con la cabeza y el negro.